Escondite con vista

"...me siento como en casa. Insignificante, sí. Pero completa y llena de vida como rayo de sol al atardecer."

Poemas para llevar

Published by Unknown under on domingo, julio 12, 2009

Por la mañana llegaba más rápido el olor a tierra mojada que la luz del sol que se tropezaba con las cortinas. Cuando abro los ojos e intento moverme, puedo notar un dolor en las pantorrillas y no sé si es por el golpe que me di en la calle o por la increíble caminata que superé para llegar a esta cama. Cuando abro la puerta puedo escuchar a lo lejos a los vecinos practicando su español. No me sorprende que les cueste más trabajo peguntar "cuánto cuesta eso" que utilizar "p*nch*" antes de cada sustantivo. Ayer en la noche llovió, pero incluso esta tormenta que visitó Cuernavaca, parecía un arrullo, por lo que no tuve problemas para dormir. Sin embargo, hay algo en la suavidad del aire que me provoca volver a dormir. Bajo con una manta y me tiro al césped a ver las nubes marchar como manecillas de reloj. Lo mejor de estar fuera de casa es la gente que conoces. Carlos, el intrépido chofer/cocinero/intérprete/ recepcionista le da una nueva definición al término "multitask". La visión de este hombre no deja de sorprenderme. Mientras escucho sus planes y estrategias, reconozco que él siempre mira hacia arriba. Y sus nubes no son manecillas del reloj, sino vehículos que lo llevan tan lejos como él desea. De Canadá para el mundo, Patrick está visitando por última vez su café favorito de Cuernavaca y está listo para emprender su viaje a Oaxaca. Es un tipo con sonrisa y remera amplias. En su mochila guarda, además de todo lo que posee, una libreta con los versos que encuentra en las aceras de las ciudades que visita. México lleva 25 poemas; el último se llama "Mexican girl in a coffee shop", consta de cinco líneas y un dibujito de una taza de café sobre un plato con forma de corazón. Casi podría asegurar que en páginas anteriores vi un dibujo similar bajo un poema titulado "Danish girl in a coffee shop". Doña Soledad atiende una pequeña tienda de abarrotes y sus cigarros preferidos son Montana, ya que los Marlboro le provocan agruras. Juró dejar el tabaco esta semana, pero por la cantidad de colillas que hemos dejado en el cenicero durante nuestra charla, dudo mucho que pueda cumplir su promesa. Como si conociera las calles del centro a la perfección, camino sin pedir dirección y llego hasta la plaza donde la música de unos tambores me detiene. Después de un minuto, entiendo que es hora de regresar a casa. La carretera vuela debajo de demasiado equipaje y algunas notas de Jason Mraz e Ismael Serrano.

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